
OPINIÓN
Por Wilda Rodríguez
La ansiedad patronal por reabrir la economía de Puerto Rico es una oportunidad para demandar mejores condiciones para los trabajadores. Debemos estar en récord haciéndolo y dar la pelea. Le corresponde a los líderes sindicales más comprometidos del país hacerlo formalmente.
Sin duda, la pandemia del Coronavirus ha puesto sobre la mesa la cantidad de injusticias y riesgos a que está sometido un amplio sector de la clase trabajadora, particularmente los que trabajan para la empresa privada. Desde el salario de $2.13 la hora para meseros hasta la arbitrariedad de los turnos de trabajo y el despido injustificado, los trabajadores de la empresa privada han estado sujetos a la ambición desmedida de empresas y patronos.
A días del cierre, el 9 de marzo, Walmart movió a la cuenta familiar $48 mil millones de dólares. Eso como resultado de los aproximadamente $130 mil millones que obtienen anualmente en ganancias. Puerto Rico aporta grandemente a la riqueza de esa familia, sabiéndose que la mayor concentración de las cadenas Walmart y Walgreens por milla cuadrada es en esta colonia según nos reveló hace poco tiempo atrás, un par de años, el Centro de Periodismo Investigativo. Son precisamente los directivos de esas cadenas – que incluyen Sam’s Club y Supermercados Amigo – de los más vocales en pedir la reapertura de la economía puertorriqueña que sin duda les favorece.
Por otro lado están los medianos y pequeños negocios que para competir con las grandes cadenas también concursan en la explotación de trabajadores.
Recuerdo una vez que le pregunté a un colega dueño de restaurant pequeño cuánto ganaban en propina sus empleados. “No sé ni quiero saber”, fue su respuesta. Lo que sí sabía es que si la persona empleada no recibe suficientes propinas en una hora para llegar a los $7.25 por hora, como patrono tendría que pagar la diferencia. Eso es wishful thinking en la mayoría de los restaurantes en Puerto Rico. Ni se habla ni se hace. Por eso es que muchos pagan los $2.13 por hora que les permite una ley abusadora y se desentienden.
Sabemos que los restaurantes de servicio en mesa serán de los últimos en regresar a la economía. Los que puedan. Sabemos también que tan pronto las grandes cadenas de comida rápida relajen sus medidas, la demanda de apertura va a ser inevitable so pena de un discrimen irracional. Pero también sabemos que para reabrir un restaurante en otras partes del mundo se están exigiendo unas medidas estrictas de redistribución de espacio y servicio protegido con las que difícilmente puedan sobrevivir muchos en Puerto Rico .
No estamos listos para una reapertura de nada. No cumplimos con los requisitos mínimos en que los salubristas globales coinciden, comenzando con la cantidad de pruebas por población. Aún así la presión de empresas y patronos es grande y en año eleccionario eso cobra – literalmente – más importancia.
Ahora que exigen regresar a la explotación es momento de intentar ajustar cuentas. Me permito sugerir a los líderes sindicales que se sientan convocados a unirse en una conferencia virtual y preparar un documento público sobre requisitos de garantías a los trabajadores para una reapertura segura de los centros de trabajo públicos y privados en medio de la pandemia de Coronavirus.
No me parece que haya mejor manera de retomar la lucha contra la Reforma Electoral que desprotegió a los trabajadores de logros de cien años.
Creo que ese documento debe elaborar los derechos laborales inherentes a la pandemia y más allá de ella. Desde la protección física en el taller de trabajo hasta la garantía de pruebas periódicas, tratamiento médico y regreso al empleo. Desde la reconfiguración de los espacios, la desinfección diaria y la limitación de los servicios que se pueden prestar. Desde protocolos por escrito y desde la creación de una unidad en el Departamento del Trabajo sólo para atender que se cumplan todos los requisitos que se impongan.
Ese documento sindical tiene que ser desarrollado y divulgado a la mayor brevedad y a saciedad. Que cada trabajador puertorriqueño se lo sepa al dedillo.
Ya nada va a ser lo mismo. Pero la oportunidad de prepararnos mejor está ahí para cualquier nueva eventualidad. Igual que los patronos y las grandes empresas están aprovechando el año eleccionario para halar la sardina a su sartén, los trabajadores tienen que hacer lo propio… y mejor que ellos. Porque a ellos les va el dinero. A nosotros nos va la vida.

Wilda Rodríguez
La autora es periodista, analista y comunicadora puertorriqueña.